martes, 6 de junio de 2017

El Renacimiento Veneciano; "Triunfó la belleza y destrucción de la pintura"


El Museo Thyssen-Bornemisza presenta del 20 de junio al 24 de septiembre de 2017, El Renacimiento en Venecia. "Triunfo de la belleza y destrucción de la pintura", una exposición que expone 88 obras dedicada al arte veneciano del siglo XVI, de su primer periodo de esplendor, con casi un centenar de obras de artistas como Tiziano, Tintoretto, Veronés, Jacopo Bassano, Giorgione o Lotto.
Desde el uso del claroscuro y el color como fundamentos de la representación de la figura y del espacio, hasta la esencia de la naturaleza más directa que proponía la tradición clásica, de concepción más idealista, la muestra pretende demostrar cómo la pintura veneciana asentó la idea de la belleza plenamente renacentista y a veces superior a lo que se hacía en Roma, Parma o Florencia.
Comisariada por Fernando Checa Cremades, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense, la muestra aborda la presentación de éste esencial foco artístico para la comprensión de la historia de la pintura, desde una meditada selección de temas ejecutados por los maestros que le dieron fama universal en lo cronológico o estilístico.
Para ello presenta un extraordinario conjunto de pinturas, y algunas esculturas, grabados y libros, procedentes de colecciones privadas y museos como la Galleria dell´Accademia de Venecia, el Museo Nacional del Prado de Madrid, la Fondazione Accademia Carrara de Bérgamo, el Palazzo Pitti de Florencia, el Kunsthistorisches Museum de Viena, la Galeria degli Uffizi de Florencia, la Biblioteca Nacional de España, el Musée du Louvre de París y la National Gallery de Londres.


Triunfo de la Belleza
Trás siglos de mirar a Oriente y a China donde (están los famosos viajes de Marco Polo), la caída de Constantinopla a manos de los turcos en 1453, la derrota de la Serenissima Repubblica en Agnadello en 1509 contra las fuerzas de Luis XII de Francia, y el desplazamiento de las rutas comerciales del descubrimiento de América en 1492, cambiaron la geografía política, económica y comercial de Europa.
Venecia corría el peligro de quedar en una posición periférica, fue entonces, cuándo empezó un despertar artístico, especialmente en pintura y la arquitectura, que colocó a la ciudad en el centro del debate, primero al italiano y en los finales del XVI y sobre todo en el XVII en el contexto europeo. Venecia comenzó a crear su propia idea de belleza y se convirtió en la principal alternativa estéticos florentinos y romanos encabezados por Rafael Sanzio y Miguel Angel Buonarrotti. Mientras la corriente clásica ó toscano-romana se caracterizaba por una mayor consideración hacia lo intelectual a través del dibujo (disegno), concebido previamente en la mente (idea), los artistas de la escuela veneciana eran superiores en el manejo del color y de los valores visuales y sensuales de la pintura.

La destrucción de la pintura
Así como sucedió en otras partes de Italia, el momento clasicista duró poco y las obras tardías de Tiziano, Tintoretto, Veronés y Bassano, se aprecian cómo, en mayor o menor medida y
siempre con soluciones muy diversas, cada uno de éstos artistas experimentó un viraje hacia un tipo de pincelada “abierta”, muy suelta calificada de pintura de manchas o borrones, que no solo cuestionaba los valores del "disegno", como una de las partes esenciales de la pintura, sino la propia idea de la belleza renacentista basada en la idealización de la realidad.
Ésta técnica servía para dotar una mayor expresividad y vida a las figuras y los paisajes, a la naturaleza, algo típico del Barroco, así era fácil pasar a la exaltación de los elementos dramáticos de la imagen, tan frecuentes en la pintura de las décadas de los sesenta y setenta de Jacopo Bassano, Tintoretto y sobre todo Tiziano, como el Cristo crucificado (h.1565), inmejorable ejemplo de las cualidades dramáticas de la obra final del maestro, con el que se cierra la exposición.


La destrucción de la pintura está organizada siguiendo un recorrido temático a lo largo de ocho secciones.
Entre Oriente y Occidente: la ciudad más bella del mundo con el esplendor medieval de la ciudad de Venecia subyugó a sus visitantes a lo largo del siglo XVI.
En la simbólica fecha de 1500 Jacopo de Barbari realizó su "Vista de Venecia", la primera vez que una ciudad se representaba a vista de pájaro de manera realista.


Se trata de una imagen extraordinaria que se acompaña de retratos de las magistraturas venecianas como el dux Mocenigo (Gentile Bellini) o los procuradores Gritti y Soranzo y un senador (obras de Tintoretto) y de un famoso cuadro de Veronés en el que personajes vestidos a la oriental ejemplifican el carácter cosmopolita y de frontera entre dos mundos, entre Oriente y Occidente, de la ciudad.


Venecia y el sueño del clasicismo
La cultura renacentista en la que Venecia se quería integrar exigía una rápida renovación de la ciudad medieval, cuya arquitectura, gótica o bizantina, debía sustituirse por una nueva máscara, la clasicista. Arquitectos, humanistas, editores y coleccionistas se pusieron rápidamente en marcha estudiando los textos clásicos, como el tratado de arquitectura de Vitruvio, el único conservado desde la Antigüedad, o escribiendo nuevos textos como los de Sebastiano Serlio o Vincenzo Scamozzi, al que vemos retratado en ésta sala en una obra de Veronés.


Careciendo de ellas, las ruinas clásicas se estudiaron con pasión en la ciudad de la Laguna, y aparecen como fondo de muchos retratos de la época, como el que se muestra del mismo autor custodiado en Budapest.
Lecturas clásicas, bibliotecas y coleccionismo de antigüedades son los rasgos característicos del mundo lagunar y el de la “tierra firme” que lo circunda como lo demuestran las pinturas de Moroni o los bronces con temas mitológicos expuestos en ésta sala.


Belleza y melancolía del Renacimiento veneciano
Los deseos de belleza urbana se conseguía a través del clasicismo y se concretan en las más variadas tipologías estéticas. El sueño de la juventud se expresó por medio del retrato del joven melancólico -que se muestra con ejemplos capitales de Giorgione, Bernardino Licinio, Giovanni Cariani o Lorenzo Lotto, de la alegoría musical, máximo símbolo de la perfección estética en el Renacimiento -con una obra de Cariani-, o de la evocación de una Antigüedad, utópica y también soñada, expresada en el libro de Francesco Colonna, Hypnerotomachia Poliphili (1499), sin duda el libro impreso más bello del Renacimiento.


Imágenes venecianas de la mujer
La exploración de la pintura veneciana en torno a la belleza culmina con la que se realiza en torno a de la mujer. Obras fundamentales de Palma el Viejo, Tiziano o Veronés desarrollan la idea dentro del género del retrato femenino idealizado, que se prolonga también en el de la pintura mitológica en obras que tienen a Venus, la diosa de la belleza, como protagonista.

                                         










Es el caso de las telas de Lambert Sustris, "Venus y Cupido", y "Venus y Adonis" de Veronés, que se muestra con su pareja, Céfalo y Procris.
La presencia del espectacular "Rapto de Europa" de Veronés, procedente del Palacio Ducal de Venecia, culmina éste panorama con una de las pinturas más importantes del Renacimiento.


A medio camino entre la imagen de la belleza de la mujer y la pintura de devoción, la iconografía de la "Magdalena Penitente" fue una de las más practicadas por Tiziano. Se presentan aquí los tres mejores ejemplos existentes del tipo de la Magdalena vestida de éste pintor: la realizada para el cardenal Farnesio, del Museo de Capodimonte en Nápoles, otra de las pintadas quizá para Alfonso de Ávalos, y la que el propio artista poseía en su estudio en el momento de su muerte. Se trata, ésta última, una de las obras maestras de su periodo tardío, de la que la leyenda dice que Tiziano murió abrazado a ella.


El brillo del poder
La creación de la belleza que caracteriza la pintura veneciana tuvo una especial importancia desde el punto de vista de la imagen del poder. En ésta cuestión expone dos puntos de vista. El primero es el del “brillo” del poder militar a través del reflejo pintado en las armaduras como vestidura propia del soldado, con ejemplos capitales de Carpaccio y Tiziano.

El espectador debía de quedar fascinado ante obras de éste tipo por la habilidad del artista en captar la fugacidad del brillo sobre el metal, algo técnicamente muy difícil, y el segundo punto de vista se centra en la importancia representativa del palacio del noble, ejemplificada en su arquitectura y su decoración pintada a través de dos casos: la colaboración de Tiziano y Giulio Romano en el "Palazzo Te de Mantua", y la de Andrea Palladio y Veronés en el "Palacio de Iseppo da Porto" en Vincenza.

                     
       









Pastorales venecianas
Los Idilios de Teócrito y la Arcadia de Sannazaro constituyen la base literaria del último campo que queremos desarrollar como expresión de la creación de belleza por parte de la pintura veneciana. Una naturaleza bella e idealizada es el ambiente para pastorales de contenido mitológico, como los casos de las pinturas de Sebastiano del Piombo, Lorenzo Lotto, Palma el Viejo y otros.


Pero también lo es para rodear el mundo de la devoción, como sucede en la pintura de Dosso Dossi o en la maravillosa Virgen con el Niño, santa Catalina y un pastor, pintada por Tiziano para el duque Alfonso I d’Este en las etapas iniciales de su carrera. Las magníficas escenas pastorales de Jacopo Bassano muestran una imagen más real del entorno natural acorde con los intereses agrícolas del patriciado véneto afincado en “tierra firme”, que encontró en las villas de Palladio su mejor expresión arquitectónica.


El ocaso del Renacimiento
La técnica de la pintura veneciana que despreciaba el dibujo para centrarse en el color y la pintura de “manchas”, llevaba en sí el germen de su autodestrucción. Buena parte de los autores que desarrollaron ése concepto de belleza idealizada que hemos visto, en torno a los temas de la melancolía, la música, la mujer, el poder o la naturaleza, concluyeron su carrera con pinturas en las que el violento claroscuro o los “crueles borrones” alcanzaron un protagonismo total, hasta el punto de discutirse hasta el día de hoy si, en el caso de Tiziano, se trata de obras terminadas o no. Se plantea una discusión en torno a éste asunto, y a su confrontación con obras tardías de Tintoretto, Jacopo Bassano y Veronés.
El dramatismo de temáticas como la de la "Pasión de Cristo" de Tintoretto ( Llantoy Veronés  (Crusifixión), unido a la autoconciencia de un momento que se vió a sí mismo como “ocaso del Renacimiento” y fin de una época, hicieron el resto.

   











Destrucción de la pintura
El rey Felipe II fue el mayor aficionado al arte de Tiziano de todo el siglo XVI. Su colección fue la más importante, además, en lo que se refiere a obras del último periodo del maestro, como demuestran las existentes en el Museo del Prado y en el monasterio del Escorial.
De las conservadas en éste último lugar, el dramático Cristo crucificado, menos conocido del público y culminación de ésta exposición, es una obra maestra de su etapa tardía y paradigma de lo que llamamos “destrucción de la pintura”.


  &      Tiziano. Cristo crucificado, hacia 1565. Patrimonio
    &     Nacional, Monasterio de San Lorenzo del Escorial



www.museothyssen.org

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