lunes, 6 de noviembre de 2017

MIRÓ; la experiencia de mirar


"Estoy seguro de que hay un punto entre la poética y la plástica... He escrito en mis carnets que mi obra sea como un poema musicalizado por un pintor"


El Museo Nacional de Bellas Artes presenta "Miró; la experiencia de mirar" del 25 de octubre hasta el 25 de febrero de 2018, la colección cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía que compone un conjunto de 50 obras de pinturas, esculturas y dibujos de la etapa tardía de los trabajos de Miró, que se mantuvieron ensombrecidos en las décadas del 60 al 70, donde fue perseguido por "sus signos" y en lucha por su carácter icónico en que pugnaba congelar su figura en el tiempo, para testimoniar su creatividad que éste artista catalán atravesó en sus últimos veinte años de su vida.

         
Definir su papel vanguardista como lenguaje sigue siendo uno de los desafíos del arte moderno en la actual historia del arte. En su trabajos puede intuirse el canto del cisne y cierto juego autorreferencial apresurado e injustamente tildado de crepuscular, como una figura que atraviesa la generación que vió en él, al creador de una escritura sígnica como base de las tendencias pictóricas, como pilar de artistas que generan el cambio de un paradigma en las artes, donde Miró se rebeló a determinadas estrategias.






















Miró apostó a su pasado bajo la óptica de un futuro incierto, pero terminó conmoviendo visualmente a reflexionar sobre el significado de capturar las formas del mundo, en una inmersión al universo conceptual dominado por el enigma de la analogía que resuelve su devenir en el pasaje de la pintura, escultura y la imágen en movimiento conformando una nueva naturaleza artística.

     


















Así en sus obras está el mito olvidado de la mujer-pájaro una simbiosis entre naturaleza y cultura, con ésos trazos que lo definen con la imágen en movimiento, puede considerarse un gesto más que la formulación sobre el mundo por el acto mismo de mirar. En ésta etapa final representa a la mujer como imágen ritual milenaria en la escultura mallorquina.





















Éste aspecto se conecta con la voluntad de Miró para superar los cánones plásticos tradicionales, y para indagar más sobre su experiencia.
Y señaló diciendo: "No puedo ser más que un pintor . Cada desafío de la pintura es una paradoja, a partir del momento en que éste desafío es expresado en una obra"