viernes, 24 de enero de 2014

CÉZANNE, al impresionista que inspiró la naturaleza


El Museo Thyssen-Bornemisza presenta la primera retrospectiva de Cézanne en España a treinta años de la exposición del MEAC de 1984. La muestra se inaugura el 4 de febrero al 18 de mayo de 2014, bajo la curadoria de  Guillermo Solana, incluye 58 pinturas del artista (49 óleos y 9 acuarelas) procedentes de museos y colecciones privadas de todo el mundo (incluyendo Estados Unidos, Australia o Japón), muchas de las cuáles son inéditas en nuestro país, y que se expondrán junto a 9 obras de otros artistas como Pissarro, Gauguin, Bernard, Derain, Braque, Dufy y Lhote.
Paul Cézanne (1839-1906) nació en Aix-en-Provence, hijo de un acomodado fabricante de sombreros (y después banquero), del que dirá, no sin ironía: “Mi padre era un hombre de genio; me dejó una renta de 25.000 francos.”. 
Cézanne fue compañero de colegio del futuro escritor Émile Zola, con quién mantendría una íntima (y compleja) amistad durante muchos años.
Por deseo paterno Cézanne inició los estudios de Derecho, y pronto se trasladó a París para seguir su verdadera vocación, la pintura. Allí trabó amistad con Pissarro, diez años mayor, quién será para él un maestro. También conoció a Manet y se integró en la tertulia de los impresionistas del café Guerbois.
Desde 1863, Cézanne enviaba anualmente sus cuadros al Salón oficial, siempre en vano, pero en 1874 participó en la primera exposición del grupo impresionista, que solo volvería a exponer con ellos, en 1877.
La crítica lo consideraba como el artista más torpe y excéntrico del grupo, y las palabras denigrantes que los críticos dedicaban a su pintura era como brutal, tosca, infantil, primitiva que se convertiría con el tiempo en términos de elogio y originalidad de su obra.
Mientras sus colegas, encabezados por Monet y Renoir, iban conociendo el éxito, Cézanne retirado en Aix, siguió siendo ignorado hasta 1895, entre noviembre y diciembre de aquel año, presentó su primera exposición individual con (unas 150 obras) en la galería del marchante Ambroise Vollard que le granjeó el respeto y la admiración de sus compañeros, e hizo una referencia especial para los pintores jóvenes.

Cuándo Paul Cézanne murió, diez años después, ya era reconocido como una figura importante y tomó relevancia en el arte moderno.
El género dominante en la obra de Cézanne es el paisaje, que comprende la mitad de su trabajo total, al igual que sus compañeros impresionistas, lo identifica con la práctica de la pintura, al aire libre. Pero a diferencia de los impresionistas, Cézanne otorga una importancia decisiva a un género propio del trabajo en taller con la naturaleza muerta, que cultiva a lo largo de su trabajo y encarna paralelamente el encuentro directo con la naturaleza y el laboratorio de la composición.
El subtítulo de la exposición,* site / non-site*, tomado del artista y teórico Robert Smithson, alude a ésa dialéctica entre exterior e interior, entre la pintura al aire libre y el trabajo en el estudio.

1. Retrato de un desconocido
La primera sección consta de un solo cuadro, el único retrato incluido en el "rostro" de ése viejo

campesino que ha quedado sin pintar, como un hueco enigmático, y sabemos que Cézanne, cuándo le faltaba uno de sus modelos, posaba a veces él mismo ante el espejo.
El "Retrato del campesino" está situado en la terraza del último estudio del pintor; entre el interior y el aire libre. Pero ésa distinción se supera en el cuadro.
La chaqueta azul se confunde a trozos con la vegetación verdiazul del jardín, igual que en ésas vistas de la Sainte-Victoire donde montaña y cielo se relacionan fusionan desdibujando la frontera entre figura y fondo, restaurando la continuidad entre el hombre y la naturaleza.
En exposición el Retrato de un campesino pertenece a la colección del Thyssen Bornemisza y es uno de los últimos trabajos del autor antes de su muerte.

2. La curva del camino
Cézanne fue un caminante incansable, que salía al campo a buscar sus motivos y recorría a pie, bajo el sol o la lluvia, los alrededores de Aix, escalando la montaña Sainte-Victoire ya que odiaba las carreteras modernas y prefería los caminos que se adaptaban al paisaje, con su personal cambio de punto de vista, su expectación y sus sorpresas.
Uno de los motivos más constantes en su obra es la curva del camino, que los paisajistas han utilizado tradicionalmente para atraer la mirada del espectador hacia el interior del cuadro. Pero en la pintura de Cézanne, esa entrada en el espacio pictórico se ve frustrada: bloqueda por unos árboles o unas rocas o por la misma topografía.
Los caminos de Cézanne no van a ninguna parte ya que cuando divisamos el cielo al fondo, se parece más a una pared que cierra como en la obra de camino a Chantilly.

3. Desnudos y árboles

La tercera sección reúne escenas de desnudos y paisajes con árboles. Los cuadros de bañistas son el único sector de la creación cézanniana que no está pintado del natural, y por ello se han considerado siempre aparte, pero al reinterpretarse en su contexto con sus paisajes arbolados, sobre todo los pintados en el Jas de Bouffan, la casa de campo de la familia Cézanne, adquieren otro sentido.
Los árboles poseen en Cézanne un valor antropomórfico y en las escenas de bañistas, árboles y desnudos se combinan íntimamente: una figura se esconde detrás de un árbol, o se abraza a él, o se recuesta sobre él; a veces el árbol parece surgir de un cuerpo. Otras veces, la figura humana de un cuadro es sustituida en otro por un árbol, inspirándose probablemente en las metamorfosis  de las plantas de la mitología clásica.

4. Juego de construcciones
Así como Cézanne convierte sus naturalezas muertas en paisajes, sus paisajes sin figuras y sin movimiento se transforman en naturalezas muertas, y se suele decir que la naturaleza muerta se caracteriza por una percepción táctil.
El ideal de la percepción táctil es el objeto de forma regular, geométrica; en el paisaje, Cézanne obtiene ese efecto recurriendo a la arquitectura.
Casa en Provenza (c. 1885, Indianapolis Museum of Art) nos recuerda las palabras de Giorgio de Chirico: “El templo griego está al alcance de la mano; parece que podamos agarrarlo y llevárnoslo como un juguete colocado sobre una mesa.” Los paisajes de Cézanne están sembrados de tejados rojos, casas como de juguete que funcionan casi como las manzanas sobre las telas de una naturaleza muerta.
Si en los bodegones de Cézanne la mesa quedaba enmascarada por las telas que simulaban un paisaje, en sus paisajes el pintor impone una estructura parecida a la superficie de una mesa: un primer plano vertical, un plano horizontal y otro plano vertical de fondo.
Esta configuración en escalera, que empuja nuestra mirada hacia arriba y hacia el fondo, se desarrolla desde los paisajes de l’Estaque hasta las vistas de Gardanne. Esto tendrá una influencia decisiva en los primeros pasos del cubismo, representado en la exposición por algunas obras de Braque, Derain, Dufy y Lhote.

Casa en Provenza, c.1885. Indianapolis Museum of
Art, donación de Mrs. James W. Fesler en memoria
de Daniel W. y Elizabeth C. Marmon