domingo, 24 de septiembre de 2017

Comparar LAUTREC/Picasso

El Museo Thyssen-Bornemisza presenta LAUTREC/Picasso, del 17 de octubre de 2017 al 21 de enero de 2018 la primera exposición monográfica dedicada a la comparación de éstos dos grandes maestros de la modernidad. Aunque su relación artística ha sido reiteradamente establecida por la literatura y la crítica contemporánea, ésta es la primera vez que se confronta la obra de ambos en una muestra. 
La exposición plantea además nuevos puntos de vista de esta apasionante relación, pues no se limita al tópico del joven Picasso admirador de Lautrec en Barcelona, y sus primeros años en París, sino que ha rastreado la pervivencia de ésa huella a lo largo de la dilatada trayectoria del artista español, abarcando también su periodo final.
En su 25 aniversario del Museo y con la curaduría del profesor Francisco Calvo Serraller, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, y Paloma Alarcó, jefe de conservación de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza, la muestra LAUTREC/Picasso reúne más de un centenar de obras, procedentes de unas sesenta colecciones públicas y privadas de todo el mundo, organizadas en torno a los temas que interesaron a ambos artistas: los retratos caricaturescos, el mundo nocturno de los cafés, cabarets, teatros, la cruda realidad de los seres marginales, el espectáculo del circo ó el universo erótico de los burdeles.
Henri de Toulouse-Lautrec (Albi, 1864-Château Malromé, Saint-André-du-Bois, 1901) y Pablo Picasso (Málaga, 1881-Mougins, 1973) nunca se conocieron. Cuándo Picasso visitó París por primera vez, en octubre de 1900, Lautrec ya estaba muy enfermo y moriría prematuramente un año después. Sin embargo, la obra radical de Lautrec, su modo de percibir la modernidad, produjo un impacto muy potente en el joven Picasso. A través de él descubrió el pluralismo de la sociedad moderna que condicionó su manera de entender el arte.
La carrera artística de Lautrec apenas duró quince años, la de Picasso sin embargo más de siete décadas. Los dos fueron genios artísticos desde la infancia, se sintieron atraídos por París en su juventud, rechazaron la enseñanza académica que les impusieron, y ambos bebieron sucesivamente en muy parecidas fuentes históricas, como por ejemplo las de los franceses Ingres o Degas, o también la de El Greco. Pero sobre todo, el dominio del dibujo sería una de las claves que daría sentido a la obra de ambos. Tanto Lautrec como Picasso dibujaron compulsivamente toda su vida, tenían una predisposición especial para la línea y la caricatura, y desde muy jóvenes rellenaron con extraordinaria destreza centenares de cuadernos con sus dibujos. Se puede afirmar que los dos pensaban y se expresaban dibujando, y cualquier nueva obra venía precedida de innumerables ensayos y experimentaciones en papel.
Dividida en cinco apartados temáticos que enlazan simbólica y formalmente los mundos de ambos artistas -Bohemios, Bajos fondos,Vagabundos, Ellas y Eros recóndito-, Lautrec/Picasso es también una ventana para observar cómo se ha fraguado la evolución del arte contemporáneo.

 BOHEMIOS 
Lautrec entendió enseguida las extraordinarias cualidades de la caricatura para explorar la personalidad de sus modelos. Él mismo realizó numerosas caricaturas de su persona y explotó su inusual aspecto. En 1893, se autorretrata en el reverso del cartel Jane Avril en el Divan Japonais, dibujando -o leyendo el periódico según algunas interpretaciones- con su característico sombrero. Picasso también utilizaría la caricatura para experimentar con su imagen en Autorretrato con chistera (1901), donde un trasfondo de prostitutas emula el ambiente nocturno de las obras de Lautrec. Lo mismo ocurre con el retrato del escritor Gustave Coquiot, del mismo año, caricaturizado como un libertino ante un espectáculo de cabaret, o los retratos femeninos que presenta en su primera exposición en París en 1901 -"Mujer con sombrero de plumas", y Mujer con capa o Busto de mujer sonriente-, pintados con el mismo estilo caricaturesco y factura puntillista que el francés emplea en obras como Jane Avril (c.1891-1892).

 BAJOS FONDOS 
Lautrec fue uno de los primeros artistas en romper con las viejas jerarquías y marcar el camino hacia un nuevo lenguaje artístico que incorporaba aspectos de la cultura popular. El prolífico pintor de Albi dejó en sus cuadros un repertorio inigualable de imágenes de ambiente marginal y bohemio. Obras como "Mujer en un café" (1886), un conmovedor ejemplo de las magistrales representaciones de mujeres solitarias en los cafés, o En el café: "el patrón y la cajera anémica" (1898) y "En un reservado" (en el Rat Mort) (c.1899), que reflejan con mordacidad las escenas de los bares de Montmartre.

Lautrec también retrató a las grandes estrellas de los espectáculos nocturnos, los cantantes Aristide Bruant e Yvette Guilbert y las artistas de cabaret La Goulue y su gran amiga Jane Avril que consolidó su imagen gracias a los carteles del pintor.

Como Lautrec, Picasso desarrolló una curiosidad insaciable por los excesos de la noche parisiense. En "El Moulin Rouge" (1901) exagera las siluetas incrementando el aspecto caricaturesco y la visión satírica de las relaciones sexuales en los reservados de los cafés.
Es el caso también de "La espera (Margot)", una cortesana o pierreuse sentada en uno de éstos locales, ejecutada con pinceladas sueltas y expresivas y un color brillante que exagera su maquillaje, o "Los clientes", ambas de 1901.

VAGABUNDOS 
El mundo del circo, habitado por jinetes, clowns, saltimbanquis o acróbatas, estuvo muy presente en la imaginación de Picasso y Toulouse-Lautrec.
La atracción por el lado lúdico y espontáneo del circo, por su magia visual, iba además acompañada de una identificación con el arlequín o el clown, seres marginales que ambos veían semejantes a la figura del artista en la sociedad moderna.
Lautrec se interesó especialmente por los números ecuestres y durante su estancia en el hospital de Neuilly en 1899, donde se restablecía de sus problemas de salud y su alcoholismo, realizó de memoria numerosos dibujos sobre éste tema, como "En el circo: amazona de doma clásica". La reverencia o "En el circo: entrada a la pista".

Cuándo a partir de 1902 la pintura de Picasso evoluciona hacia una visión más melancólica y dramática, los arlequines y saltimbanquis personifican a los desheredados de la noche parisiense. "La comida frugal" (1904), una de sus primeras incursiones en el grabado, es un buen ejemplo de la veta trágica de este periodo.
Esa marginalidad también puede apreciarse en "El almuerzo del pobre" (1903- 1904) o "La jarra de leche" (1905). Obras como "La Mallorquina" (1905), una acróbata representada como la maga "Circe, amante de Ulises", o "Arlequín sentado", del mismo año, muestran la evidente pervivencia de Lautrec en el periodo rosa de Picasso.

 ELLAS 
La prostitución fue uno de los asuntos que enlazó más estrechamente a Picasso con Lautrec. Sin embargo, el punto de vista empático del francés está muy alejado de la mirada erótica y a veces pornográfica de Picasso.
Durante el año que convivió con prostitutas en la maison close de la rue des Moulins, Lautrec las retrata mientras se asean, se visten, se miman entre ellas, juegan a las cartas o simplemente se aburren sentadas en un diván, en composiciones como "Esas damas en el comedor" (1893-1894) o "El diván" (c.1893), así como en diversas escenas de toilette como "Mujer rizándose el pelo" (1891) o la serie de estampas "Elles", un cuaderno con diez litografías que grabó en 1896.
Picasso se acerca a ésa visión compasiva en las pinturas protagonizadas por mujeres enfermas de sífilis, inspiradas en los apuntes que tomó en el hospital de Saint Lazare, como "Mujer con flequillo", de 1902 y "Desnudo sentado".

EROS RECÓNDITO 
Tradicionalmente, las pinturas eróticas fueron relegadas a las salas reservadas y ésta práctica de ocultación persistiría hasta bien entrado el siglo XX. En 1884, Lautrec pinta "La Grosse Maria, Venus de Montmartre", un potente desnudo que niega cualquier canon anterior.
La modelo se ha identificado como Marie-Clémentine, acróbata del circo Molier, que se convertirá en Suzanne Valadon, la pintora autodidacta de Montmartre.
Influido por los desnudos que Degas presenta en la última exposición de los impresionistas en 1886,
Lautrec realiza varias obras con la misma temática pero con unas resonancias eróticas más simbólicas y delicadas, como "Desnudo de pelirroja agachada", de 1897, o "La cama" de 1898, una de sus últimas pinturas sobre prostitución.
Picasso abordó los temas sexuales con un erotismo más carnal y en ocasiones, violento.
Esta sala muestra desde sus primeros desnudos, Jeanne (Mujer tumbada) o el más pornográfico "Pipo" ambos de 1901, a los últimos, en los que las formas se vuelven excesivas y desfiguradas, como "Mujer desnuda recostada" (1965), "Venus y Cupido" (1968) o "Pareja" (1969).
Al final de su vida, retoma el tema del burdel con la misma agresividad erótica de "Les Demoiselles d´Avignon", presente a través de los dibujos preparatorios del Cahier número 7 y del tapiz del cuadro, realizado en 1958.

Museo Thyssen-Bornemisza
Paseo del Prado, 8.
28014 Madrid. Tel. +34 914203944 / +34 913600236