jueves, 7 de mayo de 2015

ZURBARÁN; una nueva mirada


El Museo Thyssen-Bornemisza presenta desde el 9 de junio al 13 de septiembre la exposición Zurbarán: una nueva mirada, donde plantea una revisión actualizada de la obra del gran maestro del Siglo de Oro español con descubrimientos y estudios realizados en las últimas décadas,que enriqueceron el conocimiento del artista y su trabajo.
La selecicón en primer lugar está centrada en la obra autógrafa de Zurbarán, con piezas de distintas épocas que realizó a lo largo de toda su carrera. Las obras expuestas proceden de museos españoles, europeos y americanos, e incluyen algunas que nunca fueron expuestas en España y otras que han pasado a formar parte del catálogo del pintor después de 1988. También se presenta una sala dedicada a la producción de los ayudantes del taller y otra dedicada a la naturaleza muerta, en la que se reunen algunos de los escasos bodegones del maestro junto a los de su hijo Juan.
Trás su presentación en Madrid, que cuenta con el mecenazgo de Japan Tobacco International, la exposición viajará a Alemania, para el Museum Kunstpalast de Düsseldorf donde podrá visitarse del 10 de octubre de 2015 al 31 de enero de 2016.
Francisco de Zurbarán es uno de los artistas más avanzados de su época. El atractivo de su obra desborda ampliamente el ámbito hispano y lo convierte en figura entre los nombres más destacados de la pintura europea.
Pintor de lo concreto, de formas geometrizadas, con duras aristas, y grandes superficies lisas, junto al universo solemne y silencioso que transmite su obra, con algunas sensibilidades de movimientos artísticos del siglo XX, del cubismo a la pintura metafísica, poniendo de manifiesto su gran actualidad religiosa.
Zurbarán es también uno de los pintores españoles del siglo XVII que mejor ha expresado el sentimiento religioso en su obra con una sutil síntesis entre misticismo y realismo.
La mayor parte de su vida pasó en Sevilla dedicado a la a pintar sus cuadros con devoción, retablos o ciclos monásticos para las comunidades monacales florecientes en aquella época, como dominicos, franciscanos o mercedarios.

Los religiosos sevillanos le encargaban en su taller conjuntos que marcaron su estilo de concepción tenebrista de la luz como así las figuras escultóricas que llenaban de dignidad el espacio de luz dando esa sensación de profundizar la fé. Colorista excepcional, su profundo interés por expresar la perfección de las cosas, hace que las telas y los enseres representados de la naturaleza sean - flores, frutas, vasijas- de forma dispuesta adquieran el rango de protagonistas junto a los rostros y las manos de los personajes.

Algunos ejemplos los encontramos en su famosa serie de santas que representa de forma novedosa, solas, vestidas con ricos y suntuosos trajes y con rostros de gran belleza y de mirada expresiva.
De sus manos han surgido también algunos de los bodegones más influyentes de la pintura española, construidos con toscos objetos, éstas obras tienen la virtud de transmitir al espectador todo un mundo de sensaciones plenas de trascendencia.

Sesenta y tres obras se presentarán en su mayoría de gran formato distribuidas en siete salas, siguiendo un orden cronológico y atendiendo también a la naturaleza del encargo por las que fueron ejecutadas. Con éste planteamiento el visitante encontrará espacios dedicados a las comunidades religiosas junto a otras, incluyendo a dos salas dedicadas a bodegones y a los artistas que colaboraron en su taller.
Bodegón con cacharros, oleo sobre lienzo, 47 x 79 cm. Barcelona, MNAC. Museu Nacional d’Art de Catalunya. Legado de la Colección Cambó. 1650-1655
Hijo de un comerciante acomodado, Francisco de Zurbarán nació en Fuente de Cantos (Badajoz) en 1598 y fue el menor de cinco hermanos varones.


En 1629, Zurbarán se instaló con su familia en Sevilla y continuó trabajando en grandes conjuntos solicitados por religiosos. En 1634 su amistad con Velázquez le brindaron la oportunidad de liberarse de la tutela de su clientela monástica y colaborar en la mayor empresa madrileña de la época: la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. Zurbarán se traslada por un tiempo a la capital, donde pinta dos grandes cuadros de historia con el tema del Socorro de Cádiz y una serie sobre los trabajos de Hércules, muy realista que hoy sorprende. De regreso a Sevilla, realizó dos de sus series más importantes: el retablo mayor para la cartuja de Jerez (Cádiz), Los grandes ciclos monásticos de 1638 y 1639 marcan el apogeo de su trabajos con La adoración de los Magos (c.1638-1639) procedente del Musée de Grenoble o el Martirio de Santiago del Museo del Prado.


Se formó en Sevilla, en el taller de Pedro Díaz de Villanueva, donde está documentado en enero de 1614. Concluido su aprendizaje, contrae matrimonio con María Páez en 1617, en Llerena, con 19 años de edad. Con ella tuvo tres hijos, entre ellos Juan, futuro pintor y colaborador. Zurbarán se casó en dos ocasiones más, con Beatriz de Morales en 1625 y con Leonor deTordera en 1644.
Tanto el maestro como el taller se interesaron por el mercado americano, especialmente de Lima y Buenos Aires, hacia donde embarcaron pinturas destinadas a iglesias y monasterios. A partir de 1640, su taller se centra en importantes series de personajes de pie, iniciadas con Los Apóstoles de Lisboa (1633) y con frecuencia destinadas al mercado colonial.
"Cristo muerto en la Cruz" del Museo de Bellas Artes de Asturias, colección Pedro Masaveu, la Casa de Nazaret de una colección madrileña.

 El estilo de Zurbarán empezó a cambiar hacia 1650 cuándo su pincelada se torna más suave, los efectos lumínicos se moderan, los fondos se vuelven más claros y las tonalidades de sus figuras se hacen mucho más luminosas. Su entrañable mirada sobre la infancia se expresa en imágenes de la "Virgen niña dormida"y representaciones de la Inmaculada, devoción nueva de la que Sevilla lo convierte en adalid de éstos temas monásticos.

La belleza de su estilo tardío muestra una evolución de su pintura hacia una mayor dulzura y refinamiento. Incluso antes que Murillo, Zurbarán se hace eco también con gran naturalidad de la renovación que introduce en la Reforma Católica.
San Francisco en meditación, 1639. Óleo sobre lienzo, 162 x 137 cm. Londres, The National Gallery. Legado por Major Charles Edmund Wedgwood, 1946