martes, 27 de octubre de 2015

"LA ILUSIÓN del LEJANO OESTE"


El Museo Thyssen-Bornemisza presenta del 3 de noviembre de 2015 al 7 de febrero de 2016 una exposición que propone, por primera vez en España, seguir los pasos de los artistas que en el siglo XIX se adentraron en los territorios del Oeste norteamericano, asumiendo mostrar sus paisajes, desconocidos y exóticos, y representar las formas de vida de los indios americanos que desaparecían por efecto de un programa ideológico, político, militar y colonizador.
Estos artistas contribuyeron a crear una “ilusión” del Lejano Oeste, combinando el entusiasmo romántico y la admiración genuina con los prejuicios y expectativas que enturbiaban la mirada del hombre blanco; una imagen que se convertiría en el mito del indio salvaje, viviendo en las praderas en comunión con la naturaleza, muy alejado de la visión que el cine popularizaría años más tarde y que estuvo centrada en mostrar el punto de vista de los ocupantes y las fatigas y peligros a los que tuvieron que enfrentarse.  Karl Bodmer, George Catlin, Henry Lewis, Albert Bierstadt, Edward S. Curtis o Carleton E. Watkins, entre otros, la exposición presenta éste apasionante capítulo, poco conocido de la historia del arte.
Algunas de las obras pertenecen a la propia colección permanente del Museo, la única en España de éstos pintores, reflejo de la pasión del barón Hans Heinrich Thyssen Bornemisza por las narraciones literarias, cinematográficas y artísticas sobre el Oeste.  La muestra comienza con un prólogo dedicado a los exploradores españoles que establecieron los primeros contactos con las tribus, ya desde el siglo XVI, que incluye diversos objetos etnográficos que se distribuyen a lo largo del recorrido, así como libros, cómics, carteles de cine y otros elementos que mostrarán la divulgación que han tenido en el siglo XX las leyendas sobre el Lejano Oeste.  A Miguel Angel Blanco, artista y curador o comisario de la exposición, interesado desde hace años en la cultura india, presenta una selección de libros-caja de su Biblioteca del Bosque, realizados con materiales que ha recogido en sus viajes por las llanuras y los cañones montañosos de Estados Unidos.

Mapear la fantasía 

La colonización estadounidense del Lejano Oeste en el siglo XIX estuvo precedida por las
expediciones colonizadoras españolas desde Florida y Nuevo México, entre los siglos XVI y XVIII, que estuvieron guiadas en un primer momento por la búsqueda del oro como imaginarias riquezas y como tal resultó una prolongada presencia en los territorios del sudoeste durante unas décadas, en toda la cuenca del Missisipi.
Quedan pocos testimonios artísticos de ésta etapa, pero contamos con la cartografía para seguir las rutas, los asentamientos, las misiones y los presidios, así como las líneas de contacto y de fricción con las tribus indias. Los mapas elegidos ofrecen además un elevado valor estético y algunos de ellos incluyen dibujos de figuras.

Hacia el Lejano Oeste: el sublime americano

Los caminos hacia el Oeste fueron abiertos por bandoleros y compañías de comercio de pieles y después por científicos y militares que realizaron largos recorridos que se hicieron acompañar por artistas que ilustraron sus hallazgos o algunos con mayor ambición artística, pintaron o fotografiaron los paisajes de sus pobladores originales. El advenimiento del ferrocarril facilitó el acceso a una naturaleza “edénica” y también turística que con gran ayuda de los artistas, pasaría a ser protegida a través del innovador sistema de parques nacionales como Yosemite, Yellowstone y el Gran Cañón, son algunos de los escenarios representados en la exposición.
La representación de ésta naturaleza desbordante y grandiosa exigió de un marco conceptual y visual apropiado a la desmesura y a la falta de referencias humanas. Pintores como Thomas Cole, Albert Bierstadt y Thomas Hill, con un exacerbado lenguaje romántico, crearon obras que tuvieron gran trascendencia en la historia del arte; y los fotógrafos como Carleton E. Watkins, Timothy O’Sullivan y William Henry Jackson establecieron un modelo de paisaje fotográfico que aún hoy continúa vigente, influyendo enormemente en la imagen que los estadounidenses que formaron entonces el Oeste.

 Las gestas artísticas de Bodmer y Catlin / Indios y vaqueros, un género pictórico

Los primeros artistas que entraron en el Oeste en los años treinta del siglo XIX no fueron paisajistas sino retratistas, con mayor o menor rigor científico los etnógrafos. George Catlin, con su extraordinaria Galería India, y Karl Bodmer, con la precisa documentación gráfica de los Viajes en el interior de Norteamérica, y del antropólogo Maximilian zu Wied-Neuwied, nos permiten conocer en profundidad los campamentos indios, la caza del búfalo y los rituales de numerosas tribus, así como su fisonomías y atuendos. Ellos dieron paso a una visión idealizada pero melancólica de la vida india, en la que funden paisaje y figuras, fantasía y etnografía.
En la segunda mitad del siglo, éstos temas ya se habían convertido en un subgénero pictórico con gran expansión popular, asociado a la pintura historica o a la costumbrista y presente en la producción de artistas como Charles M. Russell, Charles Wimar y Frederic Remington, entre otros.
La figura del jefe indio fascinó a cuántos pintores y fotógrafos tuvieron ocasión de verlos y observar sus actitudes personales. En éstos cuadros y fotografías se muestran con detalle los tocados y vestimenta, las pinturas corporales o los objetos de poder que porta cada uno de ellos.
Por primera vez en España, podrán verse los famosos retratos realizados por Bodmer y Catlin o las fotografías de jefes legendarios salidas de las cámaras de Adolph Muhr o Edward S. Curtis, tomadas años más tarde.
En ésas últimas décadas del siglo XIX, fueron incluso los propios jefes los que se preocuparon por inmortalizar su imagen; así lo hicieron Toro Sentado, Gerónimo o Joseph en el curso de sus viajes por el este de los Estados Unidos para acudir a negociaciones o encuentros, estando ya sus tribus confinadas en reservas.
A éste momento corresponde la monumental empresa fotográfica y editorial "El indio norteamericano" de Curtis, un controvertido y sin embargo valiosísimo conjunto artístico y etnográfico, hoy en gran parte perdido, del que se han seleccionado varias imágenes que se poseen.

Etnografía 

La colonización dispuso un violento impacto sobre las culturas indias, en un proceso muy rápido que los llevó casi a la desaparición. Hubo quiénes quisieron preservarse en la medida de lo posible iniciando unas colecciones que han llegado hasta nuestros días. Una selección de trajes, objetos cotidianos y rituales, armas y adornos de las culturas nativas se expondrán a lo largo del recorrido de la exposición, ilustrando algunos detalles de la forma de vida de las tribus.

Cultura popular

 Como muestra de la gran divulgación y potencial de fascinación que han tenido las leyendas del
Lejano Oeste en todo el mundo hasta hoy mismo, se presentará un conjunto de libros, cómics, carteles de cine y películas, procedentes del archivo gráfico de la Filmoteca Nacional y de la colección particular del editor Alfredo Lara, así como un gran número de objetos cedidos por la Baronesa Thyssen-Bornemisza.

Bajo la luna comanche

Como artista de la naturaleza, el comisario de la muestra Miguel Ángel Blanco se ha interesado desde hace años por el arte y la cultura de las tribus, lo que ha afianzado su
“admiración por la capacidad de interpretar las señales naturales y por su atención a las fuerzas sobrenaturales” y ha hecho suyo el ideal de vida indio de “caminar en la belleza, armonizando tierra y cielo, cuerpo y espíritu”
Cerrando la exposición, se presenta una selección de 13 libros-caja, relacionados con el Oeste americano, que forman parte de su Biblioteca del Bosque. Iniciada en 1985 y compuesta en la actualidad por 1.148 libros-caja, ésta biblioteca es un proyecto escultórico vital que recrea paisajes, experiencias y visiones, expresados en dibujos, imágenes y composiciones con elementos o materiales de la naturaleza. El artista ha realizado además una instalación con cráneos de animales simbólicos para los indios y una intervención sonora que evoca el galope de las manadas de búfalos.