martes, 1 de mayo de 2018

GALBUSERA PASQUALE; Un viaje Espiritual


La espiritualidad tiene que ver con el alma en su significado más simple, pero vinculado a lo tangible desde el cuál la materia puede aportar el designio de la propia realidad.


Es el trabajo artesanal de la obra en madera de "Pasquale Galbusera" que se presentó en "la abadía", Centro de arte y estudios Latinoamericanos hasta el 28 de julio de 2018.  


                                           
      






El artista nacido en Bernareggio (Monza-Italia), se formó con el grupo de artesanos entre los años 60 y 70 en Milán donde se sentía una energía cultural renovadora, cuándo comienza sus primeras esculturas en madera que presenta en 1976 en el Palazzo Litta en Milán, junto a dibujos y acuarelas y cuadros en óleo sobre tela y papel.

                                                                                               
En 1980 profundiza su técnica en la cerámica y el bajo relieve en figuras de madera de arce y otros tipos como wengue, peral y tilo y también busca la simbiosis entre el arce y el palo rojo con sus diferentes tonalidades con teñido y tilo laminado para una mayor interacción entre volumen, espacio y color.



















En los años 90 desafía la monumentalidad de las figuras con materiales diversos como el bronce, latón, porcelana y vidrio é investiga sobre nuevas maderas con gran éxito cuándo expone en la Abadía Seraing cerca de Lieja (Bélgica), también en el Palazzo Appiano de Piombino (Livorno) y en el puerto de Amberes en Francia.


                                                                             
   

                                                                                                                                         




En el 2000 abre el desafío a la fuerza de gravedad con esculturas imponentes en madera de olivo, obras en mármol y tejidos que le dan impulso a una prometedora exposición en el Museo de la Porciúncula en Asis, (Perugia) que lo conducirá al arte sacro donde retomará un giro inesperado en el nuevo milenio con una muestra retrospectiva en la ex Iglesia de San Francisco en "Como", y le seguirá una obra en Piazza dei Grani en Piombino.  /div> De la peregrinación llevado por la devoción de la búsqueda espiritual, lo predispone a una función sagrada de su propio ser tan evocativo como alusivo, a los lugares arquitectónicos como litúrgico del valor simbólico de cada objeto, acercaron a Galbusera a una dimensión espacio temporal precisa en sus trabajos creativos.

                                                   












En 2003 presenta una escultura "El árbol glorioso" en olivo pensada para la Basílica Papal de Sta. María de los Ángeles en Asis, y en 2005 completa una ornamentación de la cripta en la misma Basílica. En 2006 se le encarga el diseño y construcción de la ornamentación de la Iglesia Chrystusa Króla (Cristo Rey) en Kolczyglowy, Polonia.


En 2007 realiza la cruz de piedra de la Porciúncula para el Papa Benedicto XVI y en 2012 por encargo para la Iglesia Sta.María de la Misericordia en Manciano (Arezzo), y el relicario del beato Juan Pablo II para la Iglesia de Chrystusa Krola en Kolczyglovy (Polonia) y el tabernáculo para la Iglesia Sta. María Naciente en Bernareggio.


En 2017 el Arzobispo de Danzica Slowejleszek Glodz confía a Galbusera la realización de la nueva ornamentación de la Catedral que será dedicada a JuanPablo II, asimismo también para convertir en una realidad el báculo pastoral, en acero inoxidable ideado para el Papa Francisco.


                                                           






El objetivo en la espiritualidad contemporánea era no violar la sacralidad del espacio ante el objeto, su cultura visual de la Iglesia sino completando su narración divina, compatibles con las actuales existentes pero capaz de acercarse a nuevas exigencias comunicativas, a los fieles diferentes de décadas atrás. Así el arte contemporáneo busca la comunicación directa y emotiva con los individuos, para convertirse en uno de los instrumentos para hacer actual el mensaje de la Iglesia, que se renueva con su propio código para las nuevas generaciones a través de los artistas.

jueves, 29 de marzo de 2018

Obras Maestras del Renacimiento al Romantisismo


El MNBA y la Galería Nacional de Hungría inauguró el 27 de Marzo hasta 23 de julio, las obras del patrimonio nacional que representan un hito cultural de los maestros del arte del "Renacimiento y el Barroco europeo" con la curaduría de Angel Navarro y Florencia Galesio.



 No son muchos lo momentos en que puede ofrecerse una exposición de éste periódo donde se puedan contemplar obras de pintores menos conocidas de la talla de Peter Paul Rubens, Lucas Cranach el Viejo, Giorgio Vasari, Tiziano, el Greco, Giambattista Tiépolo, Rafael, Francisco Goya y el maestro Leonardo da Vinci con su escultura "Guerrero a caballo" (1500-1550) expuesta por primera vez en el país.













Por otra parte podrá conocerse las obras de artistas húngaros como Mihály Kovács con "Niño durmiendo" (1850) Budapest, Károl Markó, Jabab Bogdány, János Donát y Jozsef Borsos que integran la primera modernidad visual relevante del Renacimiento y Barroco, espléndidamente reflejados en ésta exposición por el arte universal.



Se presentan una selección de 58 obras que pertenecen al MNBA y Galería Nacional de Hungría, que son el fruto del coleccionismo de reyes, nobles y burgueses atesoradas y que llegan hasta nuestros días como parte del patrimonio, para ofrecer un panorama de la historia del arte de ésa época.










En éste recorrido europeo que atraviesa por Alemania, Italia, Países Bajos, España y Hungría entre el siglo XVI hasta mediados del siglo XIX. Cada ser humano tiene una sensibilidad artística diferente frente a cada obra, pero el arte tiene un idioma común y podemos afirmar que el arte es el tesoro de la humanidad.

                                     
                 
Durante el siglo XVI los cambios culturales influyeron de forma sustancial anticlásica conocida como el "manierismo" que caracterizó la alteración de las proporciones y la falta de claridad espacial, con la renovación de un vocabulario formal que permitió a éste movimiento perdurar hasta principios del siglo XVII.








Así después surgió el Barroco utilizando recursos para conmover al observador con colores contrastantes y texturas más vistosas. Junto a descubrimientos arqueológicos y transformaciones políticas y sociales a comienzo del siglo XVIII con la Revolución Francesa instauró una renovación en la expresión neoclásica que convivió con el Romanticismo, que se distinguieron en la mitad del siglo XIX y que preparó el camino al arte moderno.


Esta exposición permite conocer las obras de grandes artistas que enriquecieron su propia época y el desarrollo del arte occidental hasta que surgieron las nuevas propuestas de los Impresionistas.


lunes, 6 de noviembre de 2017

MIRÓ; la experiencia de mirar


"Estoy seguro de que hay un punto entre la poética y la plástica... He escrito en mis carnets que mi obra sea como un poema musicalizado por un pintor"


El Museo Nacional de Bellas Artes presenta "Miró; la experiencia de mirar" del 25 de octubre hasta el 25 de febrero de 2018, la colección cedida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía que compone un conjunto de 50 obras de pinturas, esculturas y dibujos de la etapa tardía de los trabajos de Miró, que se mantuvieron ensombrecidos en las décadas del 60 al 70, donde fue perseguido por "sus signos" y en lucha por su carácter icónico en que pugnaba congelar su figura en el tiempo, para testimoniar su creatividad que éste artista catalán atravesó en sus últimos veinte años de su vida.

         
Definir su papel vanguardista como lenguaje sigue siendo uno de los desafíos del arte moderno en la actual historia del arte. En su trabajos puede intuirse el canto del cisne y cierto juego autorreferencial apresurado e injustamente tildado de crepuscular, como una figura que atraviesa la generación que vió en él, al creador de una escritura sígnica como base de las tendencias pictóricas, como pilar de artistas que generan el cambio de un paradigma en las artes, donde Miró se rebeló a determinadas estrategias.






















Miró apostó a su pasado bajo la óptica de un futuro incierto, pero terminó conmoviendo visualmente a reflexionar sobre el significado de capturar las formas del mundo, en una inmersión al universo conceptual dominado por el enigma de la analogía que resuelve su devenir en el pasaje de la pintura, escultura y la imágen en movimiento conformando una nueva naturaleza artística.

     


















Así en sus obras está el mito olvidado de la mujer-pájaro una simbiosis entre naturaleza y cultura, con ésos trazos que lo definen con la imágen en movimiento, puede considerarse un gesto más que la formulación sobre el mundo por el acto mismo de mirar. En ésta etapa final representa a la mujer como imágen ritual milenaria en la escultura mallorquina.





















Éste aspecto se conecta con la voluntad de Miró para superar los cánones plásticos tradicionales, y para indagar más sobre su experiencia.
Y señaló diciendo: "No puedo ser más que un pintor . Cada desafío de la pintura es una paradoja, a partir del momento en que éste desafío es expresado en una obra"





domingo, 24 de septiembre de 2017

Comparar LAUTREC/Picasso

El Museo Thyssen-Bornemisza presenta LAUTREC/Picasso, del 17 de octubre de 2017 al 21 de enero de 2018 la primera exposición monográfica dedicada a la comparación de éstos dos grandes maestros de la modernidad. Aunque su relación artística ha sido reiteradamente establecida por la literatura y la crítica contemporánea, ésta es la primera vez que se confronta la obra de ambos en una muestra. 
La exposición plantea además nuevos puntos de vista de esta apasionante relación, pues no se limita al tópico del joven Picasso admirador de Lautrec en Barcelona, y sus primeros años en París, sino que ha rastreado la pervivencia de ésa huella a lo largo de la dilatada trayectoria del artista español, abarcando también su periodo final.
En su 25 aniversario del Museo y con la curaduría del profesor Francisco Calvo Serraller, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, y Paloma Alarcó, jefe de conservación de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza, la muestra LAUTREC/Picasso reúne más de un centenar de obras, procedentes de unas sesenta colecciones públicas y privadas de todo el mundo, organizadas en torno a los temas que interesaron a ambos artistas: los retratos caricaturescos, el mundo nocturno de los cafés, cabarets, teatros, la cruda realidad de los seres marginales, el espectáculo del circo ó el universo erótico de los burdeles.
Henri de Toulouse-Lautrec (Albi, 1864-Château Malromé, Saint-André-du-Bois, 1901) y Pablo Picasso (Málaga, 1881-Mougins, 1973) nunca se conocieron. Cuándo Picasso visitó París por primera vez, en octubre de 1900, Lautrec ya estaba muy enfermo y moriría prematuramente un año después. Sin embargo, la obra radical de Lautrec, su modo de percibir la modernidad, produjo un impacto muy potente en el joven Picasso. A través de él descubrió el pluralismo de la sociedad moderna que condicionó su manera de entender el arte.
La carrera artística de Lautrec apenas duró quince años, la de Picasso sin embargo más de siete décadas. Los dos fueron genios artísticos desde la infancia, se sintieron atraídos por París en su juventud, rechazaron la enseñanza académica que les impusieron, y ambos bebieron sucesivamente en muy parecidas fuentes históricas, como por ejemplo las de los franceses Ingres o Degas, o también la de El Greco. Pero sobre todo, el dominio del dibujo sería una de las claves que daría sentido a la obra de ambos. Tanto Lautrec como Picasso dibujaron compulsivamente toda su vida, tenían una predisposición especial para la línea y la caricatura, y desde muy jóvenes rellenaron con extraordinaria destreza centenares de cuadernos con sus dibujos. Se puede afirmar que los dos pensaban y se expresaban dibujando, y cualquier nueva obra venía precedida de innumerables ensayos y experimentaciones en papel.
Dividida en cinco apartados temáticos que enlazan simbólica y formalmente los mundos de ambos artistas -Bohemios, Bajos fondos,Vagabundos, Ellas y Eros recóndito-, Lautrec/Picasso es también una ventana para observar cómo se ha fraguado la evolución del arte contemporáneo.

 BOHEMIOS 
Lautrec entendió enseguida las extraordinarias cualidades de la caricatura para explorar la personalidad de sus modelos. Él mismo realizó numerosas caricaturas de su persona y explotó su inusual aspecto. En 1893, se autorretrata en el reverso del cartel Jane Avril en el Divan Japonais, dibujando -o leyendo el periódico según algunas interpretaciones- con su característico sombrero. Picasso también utilizaría la caricatura para experimentar con su imagen en Autorretrato con chistera (1901), donde un trasfondo de prostitutas emula el ambiente nocturno de las obras de Lautrec. Lo mismo ocurre con el retrato del escritor Gustave Coquiot, del mismo año, caricaturizado como un libertino ante un espectáculo de cabaret, o los retratos femeninos que presenta en su primera exposición en París en 1901 -"Mujer con sombrero de plumas", y Mujer con capa o Busto de mujer sonriente-, pintados con el mismo estilo caricaturesco y factura puntillista que el francés emplea en obras como Jane Avril (c.1891-1892).

 BAJOS FONDOS 
Lautrec fue uno de los primeros artistas en romper con las viejas jerarquías y marcar el camino hacia un nuevo lenguaje artístico que incorporaba aspectos de la cultura popular. El prolífico pintor de Albi dejó en sus cuadros un repertorio inigualable de imágenes de ambiente marginal y bohemio. Obras como "Mujer en un café" (1886), un conmovedor ejemplo de las magistrales representaciones de mujeres solitarias en los cafés, o En el café: "el patrón y la cajera anémica" (1898) y "En un reservado" (en el Rat Mort) (c.1899), que reflejan con mordacidad las escenas de los bares de Montmartre.

Lautrec también retrató a las grandes estrellas de los espectáculos nocturnos, los cantantes Aristide Bruant e Yvette Guilbert y las artistas de cabaret La Goulue y su gran amiga Jane Avril que consolidó su imagen gracias a los carteles del pintor.

Como Lautrec, Picasso desarrolló una curiosidad insaciable por los excesos de la noche parisiense. En "El Moulin Rouge" (1901) exagera las siluetas incrementando el aspecto caricaturesco y la visión satírica de las relaciones sexuales en los reservados de los cafés.
Es el caso también de "La espera (Margot)", una cortesana o pierreuse sentada en uno de éstos locales, ejecutada con pinceladas sueltas y expresivas y un color brillante que exagera su maquillaje, o "Los clientes", ambas de 1901.

VAGABUNDOS 
El mundo del circo, habitado por jinetes, clowns, saltimbanquis o acróbatas, estuvo muy presente en la imaginación de Picasso y Toulouse-Lautrec.
La atracción por el lado lúdico y espontáneo del circo, por su magia visual, iba además acompañada de una identificación con el arlequín o el clown, seres marginales que ambos veían semejantes a la figura del artista en la sociedad moderna.
Lautrec se interesó especialmente por los números ecuestres y durante su estancia en el hospital de Neuilly en 1899, donde se restablecía de sus problemas de salud y su alcoholismo, realizó de memoria numerosos dibujos sobre éste tema, como "En el circo: amazona de doma clásica". La reverencia o "En el circo: entrada a la pista".

Cuándo a partir de 1902 la pintura de Picasso evoluciona hacia una visión más melancólica y dramática, los arlequines y saltimbanquis personifican a los desheredados de la noche parisiense. "La comida frugal" (1904), una de sus primeras incursiones en el grabado, es un buen ejemplo de la veta trágica de este periodo.
Esa marginalidad también puede apreciarse en "El almuerzo del pobre" (1903- 1904) o "La jarra de leche" (1905). Obras como "La Mallorquina" (1905), una acróbata representada como la maga "Circe, amante de Ulises", o "Arlequín sentado", del mismo año, muestran la evidente pervivencia de Lautrec en el periodo rosa de Picasso.

 ELLAS 
La prostitución fue uno de los asuntos que enlazó más estrechamente a Picasso con Lautrec. Sin embargo, el punto de vista empático del francés está muy alejado de la mirada erótica y a veces pornográfica de Picasso.
Durante el año que convivió con prostitutas en la maison close de la rue des Moulins, Lautrec las retrata mientras se asean, se visten, se miman entre ellas, juegan a las cartas o simplemente se aburren sentadas en un diván, en composiciones como "Esas damas en el comedor" (1893-1894) o "El diván" (c.1893), así como en diversas escenas de toilette como "Mujer rizándose el pelo" (1891) o la serie de estampas "Elles", un cuaderno con diez litografías que grabó en 1896.
Picasso se acerca a ésa visión compasiva en las pinturas protagonizadas por mujeres enfermas de sífilis, inspiradas en los apuntes que tomó en el hospital de Saint Lazare, como "Mujer con flequillo", de 1902 y "Desnudo sentado".

EROS RECÓNDITO 
Tradicionalmente, las pinturas eróticas fueron relegadas a las salas reservadas y ésta práctica de ocultación persistiría hasta bien entrado el siglo XX. En 1884, Lautrec pinta "La Grosse Maria, Venus de Montmartre", un potente desnudo que niega cualquier canon anterior.
La modelo se ha identificado como Marie-Clémentine, acróbata del circo Molier, que se convertirá en Suzanne Valadon, la pintora autodidacta de Montmartre.
Influido por los desnudos que Degas presenta en la última exposición de los impresionistas en 1886,
Lautrec realiza varias obras con la misma temática pero con unas resonancias eróticas más simbólicas y delicadas, como "Desnudo de pelirroja agachada", de 1897, o "La cama" de 1898, una de sus últimas pinturas sobre prostitución.
Picasso abordó los temas sexuales con un erotismo más carnal y en ocasiones, violento.
Esta sala muestra desde sus primeros desnudos, Jeanne (Mujer tumbada) o el más pornográfico "Pipo" ambos de 1901, a los últimos, en los que las formas se vuelven excesivas y desfiguradas, como "Mujer desnuda recostada" (1965), "Venus y Cupido" (1968) o "Pareja" (1969).
Al final de su vida, retoma el tema del burdel con la misma agresividad erótica de "Les Demoiselles d´Avignon", presente a través de los dibujos preparatorios del Cahier número 7 y del tapiz del cuadro, realizado en 1958.

Museo Thyssen-Bornemisza
Paseo del Prado, 8.
28014 Madrid. Tel. +34 914203944 / +34 913600236