


El 15 de agosto de 1483 Sixto IV consagró la nueva capilla a la Asunción de la Virgen y la dedicó a ella. Julio II della Rovere (pontífice desde 1503 hasta 1513), sobrino de Sixto IV, decidió modificar parcialmente la decoración de ésta, confiando el encargo a Miguel Ángel en 1508, quien pintó la bóveda y los lunetos, en la parte alta de las paredes. En octubre de 1512 el trabajo había terminado y el día de Todos los Santos (1° de noviembre), Julio II inauguró la Sixtina con una misa solemne.
En los nueve recuadros centrales se hallan representadas las Historias del Génesis, desde la Creación hasta la Caída del hombre, el Diluvio y el nuevo renacer de la humanidad con la familia de Noé.
Al visitar hoy la Capilla Sixtina, con sus imponentes frescos de Miguel Angel, Perugino y Botticelli, deja sin aliento, pero la noche del 14 de julio se presentó más majestuosa y en su máximo esplendor al mostrarse su renovación impecable con su restauración donde fue posible admirar la capilla más importante del Vaticano como solía verse hace casi 500 años: "decorada en su parte baja por seis espectaculares tapices realizados por Rafael (1483-1520), uno de los más celebres artistas del Renacimiento, por encargo de papa León X".


Los tapices del Papa que son propiedad de la reina de Inglaterra, serán exhibidos juntos por primera vez en el Museo de Victoria y Alberto, de Londres por tratarse de un evento único, que ni siquiera pudo ver el mismo Rafael (ya que los dibujos, al principio, se quedaron en Bruselas, mientras que los tapices fueron enviados a Roma), según se reveló en una conferencia de prensa en la Sala Regia del Palacio Apostólico, adyacente a la Capilla Sixtina.

"Cuando León X asumió, dos predecesores, Sixto IV y Julio II, habían decorado el centro espiritual del Palacio Apostólico Vaticano con frescos de Botticelli, Domenico Ghirlandajo, Perugino y Miguel Angel. El papa León X quiso sumarse a ésta sinfonía de imágenes y como todas las superficies posibles aptas para la pintura estaban cubiertas, decidió enriquecerlas con decoraciones efímeras", contó el profesor Arnold Nesselrath, de los Museos Vaticanos.

"Si los dibujos de Rafael costaron 100 ducados de oro cada uno, la elaboración de los tapices costó 1500 ducados de oro cada uno. Es decir, el trabajo de Rafael más el de los renombrados talleres de Pieter van Aelst en Bruselas tuvieron un costo cinco veces superior al pagado a Miguel Angel por los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina", destacó Anna Maria De Strobel, experta en tapices de la Pinacoteca Vaticana.
Más allá del valor de los hilos, algunos, de oro, tejer un tapiz era una tarea muy compleja. Los artesanos flamencos, tuvieron que cortar los cartoni de Rafael en tiras para colocarlos debajo del telar y poder copiarlos luego, con gran precisión, sobre cada tapiz, tejiendo desde atrás.

Los tapices de Rafael pudieron verse por última vez en la Capilla Sixtina hace 30 años según el profesor Antonio Paolucci, director de los Museos Vaticanos, y por entonces aún no se habían restaurado los frescos de la Capilla Sixtina ni los tapices: "Por eso, ésta vez, los reastauradores ajustaron los colores mucho más a lo que fueron originalmente y presentaron su obras restauradas en la actualidad".